Cada día se tiene más consciencia de la importancia de la lectura como fuente de desarrollo cultural del ser humano, sin embargo, vemos con tristeza cómo nuestros hijos están
más distanciados que nunca de los libros. El lado oscuro de la tecnología les impide acercarse a ellos: TV, DVD, CD, VCD, MP3, MPG4, Play Station, celulares, Internet, etc. Y si a esto le sumamos la
inactividad lectora en los colegios, el bajo nivel de preparación de los profesores en el desarrollo del hábito lector, los planes lectores que están llenos de libros que no obedecen a los intereses y a la edad del alumno, y que finalmente ni el mismo profesor los conoce (por eso que cuando evalúan, dicen "saquen una hoja y escriban todo lo que se acuerden del libro).Ante esta realidad, muchos padres nos preocupamos por mantener una biblioteca llena de libros de lomo ancho, títulos multiacadémicos y colecciones enigmáticas, y -con la mejor voluntad del mundo- les decimos a nuestros hijos: "Esta es tu biblioteca, mira cuántos libros hay: busca uno y léelo". Y de esta manera creemos que estamos cumpliendo con el compromiso de contribuir en su desarrollo lector, pero no llegamos a entender que para el niño de 6, 8, 10, 12 años, ese tipo de bibliotecas no son nada atractivos, no les resulta agradable y sino me creen hagan la prueba y vean cuánto tiempo su niño ha de estar en ella no como un lugar en donde se hacen las tareas, sino disfrutando su estancia.
La biblioteca para el niño debe ser especialmente construida y adaptada a su tamaño, para que pueda manipular libremente los materiales de lectura. Los libros de cuentos deben estar dirigidos a su competencia lectora. Si tiene 8 años, no le podemos dar libros para niños de 10, 12, 16, 20 años porque los va a rechazar inmediatamente. Y pensar que todavía creemos que el Tesoro de la Juventud es la colección ideal.
Hoy existen muchas editoriales que en la contratapa colocan la edad a la que está dirigido el libro. Es verdad que estos tienen un precio algo elevado, pero ese es el precio que debemos pagar si queremos que nuestros hijos sean lectores competentes, aunque existen otras posibilidades como los libros de segundo uso y los de procedencia dudosa que se venden en muchas ferias.
Otro aspecto es la forma cómo debe colocarse el libro, nunca con el lomo en exhibición, sino toda la tapa multicolor frente al lector ya que de esta manera en algún momento le va a llamar su atención y lo va coger, lo cual ya es una buena señal. Se puede alternar los libros con algunos juguetes, recuerdos o álbumes de fotografías del niño, porque uno de los objetivos es que se familiarice con el lugar y entienda que los libros forman parte de ese mundo de cosas agradables y significativas. Si colocamos al pie de la biblioteca, una alfombra, unos cojines o una mesa pequeña con su silla, la actividad puede verse más enriquecida.
Los padres debemos estar muy atentos para felicitarlos y hacer un tremendo escándalo -reforzarmiento de conducta- cuando el niño se acerque a este mágico lugar y lea algo. Podemos acompañarlos en ese ambiente cuando lean, les podemos leer algún cuento e incluso podemos jugar ahí y sacar a ese niño interior que todos llevamos y que también quiere leer.
Gracias por leer
Manuel Urbina
Director de El Mundo Mágico de la Lectura