viernes, 21 de diciembre de 2007

¡¡EXHIBAN LOS LIBROS, NO LOS ARCHIVEN!!

Nunca he visto a un niño de seis, siete, ocho o nueve años deleitarse ante la enorme colección de libros de sus padres. Ver un centenar de lomos de libros de diferentes tamaños no ofrece ningún atractivo por leer, ni por curiosidad -qué ironía- cuando sabemos que los niños son harto curiosos.

Cuando era pequeño me deleitaba visitar una librería que estaba muy cerca de nuestra casa. En su vitrina aparecían unos libros coloridos que me inmovilizaban, pero que me hacían mover todas las estructuras mentales e iniciaba un viaje tan hermoso e inefable, ¡tan solo mirando las tapas!Luego paso algo esperado: me enamoré de un libro de cuentos en donde aparecía un enorme genio de piel celeste, cabellos largos y lleno de joyas, en cuyas manos aparecía un jovencito llamado Simbad. Recuerdo que junté todas mis propinas y compré aquel libro: fue una aventura extraordinaria "tener" ese libro. Cuando dicen que el libro es un amigo, yo digo que es cierto.

Si queremos que nuestros hijos desarrollen habilidades lectoras tenemos que estimularlos desde muy pequeños. Podemos leerles o inventarles un cuento, cantarles una canción rimada como: "Un dedito chiquitito se llamaba Manuelito y el dedazo muy grandazo se llamaba el quesazo". Las canciones para nuestros hijos son una gran muestra de amor y ellos lo sienten totalmente.Por otro lado, es importante crearles un ambiente pequeño y acogedor para colocar sus primeros libros de tapa gruesa y plastificada; posteriormente, sus libros de cuentos. Coloquemos los libros de tal manera que el niño pueda encontrarse visualmente con toda la tapa. Ellos serán seducidos por las figuras, los colores, los títulos y, finalmente, los van a aceptar y empezarán su maravillosa aventura por el país de la imaginación y la fantasía.Démosle esa hermosa oportunidad.

Gracias por leer

Manuel Urbina
Director académico
de El Mundo Mágico de la Lectura

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