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jueves, 13 de diciembre de 2007
MI HIJA NO QUIERE HACER LA TAREA
Hace unos días vi a mi hija, que está en segundo grado de primaria, muy mortificada por una tarea de Razonamiento Verbal. Me acerqué para preguntarle qué le sucedía; me miró con su rostro angustiado y me dijo que no le agradaba hacer esa tarea porque era –según sus propias palabras- “una tontería”. No me llamó la atención esta respuesta porque en la mayoría de los colegios, los profesores dejan unas “tareas” que son absurdas, aburridas, detestables e incoherentes. Es bueno que los niños lleven tareas a casa porque ayudan a reforzar los conocimientos adquiridos en clase y, además, de a poco van formando valores como la responsabilidad, la dedicación y el estudio.
En Finlandia, país campeón mundial en comprensión lectora desde hace más veinte años y líder de la PRUEBA PISA 2000, 2003, 2006, las tareas para los estudiantes de primaria no deben pasar de los treinta minutos y deben tener objetivos bien claros y concretos. Por el contrario, aquí en Lima las tareas pueden durar dos, tres, cuatro horas y no solo van dirigidas al niño, sino a toda la familia la cual es, finalmente, quien realiza la bendita tarea. Es cierto que no estamos en Finlandia, pero la educación es una sola y se rige sobre la base de principios pedagógicos que sí son universales.
Volviendo a la tarea que resultaba todo un fastidio para mi hija, observé que esta consistía en buscar el significado de cada una de las diecinueva palabras dejadas como entradas y copiarlas literalmente en el cuaderno de Razonamiento Verbal. La cuarta de ellas era PINO y decía:
Pino m. Nombre de varios árboles gimnospermos de las pináceas, de hojas aciculares persistentes en hacecillos de dos a cinco flores unisexuales estróbilas. Producen un falso fruto, la piña que contiene las semillas o piñones. 2 Madera de estos árboles.
Esta palabrita hubiera sido muy fácil de entender si tan solo se hubiera mencionado al arbolito que todos hacemos en la Navidad; sin embargo, al anotar todo el concepto con sus dos acepciones, la alumna –mi hija- terminaría más confundida que al comienzo y reforzaría su desprecio hacia los diccionarios, las tareas y al mundo que involucre palabras y textos.
Dejar tareas de este tipo no ayudan, por el contrario, provocan que el curso o los cursos pierdan su atractivo natural y se incremente la apatía y desgano cuando se tenga que hacer otras tares.
Finalmente, mi hija escribió este concepto: “es el nombre de un arbolito muy bonito como aquel que se arma en la Navidad y su madera es fina y resistente”. Al día siguiente fui a su colegio y tuve una conversación, sobre el tema, con la profesora quien inmediatamente reconoció el error y prometió tener un mejor criterio para dejar nuevas tareas. Muchas veces se cree que si los padres cuestionan el trabajo de los profesores, estos van a tomar represalias con el menor, pero no es así. Al contrario, los profesores están advertidos de que en el hogar de ese alumno, hay una familia que está al tanto de lo que pasa en el colegio porque ante la lógica y razón, no hay excusa que sirva.
Gracias por leer
Manuel Urbina
Director de El Mundo Mágico de la Lectura
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